Un problema con los futbolistas es que mayormente piensan en sí mismos y nunca se autocritican. Cuando los resultados son malos, las críticas se dirigen mayoritariamente al entrenador, más que a los jugadores. Puede parecer algo normal pues el entrenador es quien está al mando, pero después de leer últimamente sobre entrenadores que están perdiendo el vestuario, debería contaros qué pasa dentro de este.
Con la edad me he dado cuenta de que ser entrenador es un trabajo muy difícil, que solo se ha ido complicando más. Un jugador solo tiene que pensar en sí mismo; un entrenador, en los 25 jugadores de la plantilla, y estas son mucho más grandes que antes. El problema es que solo 11 jugadores pueden ser titulares en un partido y todos los jugadores, digan lo que digan, piensan que deberían ser titulares. Por lo tanto, de entrada, ya tienes a la mayoría de la plantilla potencialmente descontenta. Puede que el entrenador reparta los partidos entre los jugadores pero siempre habrá jugadores a quienes no les guste el entrenador.
Un entrenador también tiene siempre a sus favoritos, que le apoyarán porque juegan. Pero ¿y si los resultados se tuercen?, ¿y si el entrenador empieza a tomar nuevas decisiones bajo presión y deja en el banquillo a algunos de los jugadores favorecidos, quizás por haberse acomodado demasiado sabiendo que serán seleccionados? Aquí es donde pueden empezar las quejas.
Un jugador puede hablar sobre el entrenador con sus colegas más cercanos. Es algo normal. Puede hablar con periodistas. Cuantos más jugadores hablan, más filtraciones y esto puede ser peligroso.
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Cuando los jugadores hablan, lo hacen solo desde su propio punto de vista. A pesar de que nunca han entrenado a un equipo, piensan que lo saben todo sobre el tema. Hablan de su situación con los más allegados y, por supuesto, estos les dan la razón pues quieren que su amigo, marido o cliente juegue. Entonces el jugador obtiene una versión distorsionada de “la verdad” y solo el entrenador puede contradecirla porque es él quien selecciona al equipo.
Si lo que quiere un jugador es encontrar fallos, los encontrará porque todos los entrenadores tienen sus cualidades y defectos. Los entrenadores también tienen estilos diferentes e interpretan el fútbol de formas distintas. Algunos entrenadores se centran en el ataque, otros en la defensa. Puede que desde el punto de vista táctico sean buenos con los defensas, porque ellos también habían sido defensas, y menos con los centrocampistas. Métodos de entrenamiento y estilos de comunicación diferentes o lo que se dice en público son cosas que pueden enojar a un jugador.
Haga lo que haga el entrenador, lo más importante es que se le respete. A un nuevo entrenador siempre se le da una oportunidad, aunque puede que no sea muy grande si ha llegado a un gran club y no está considerado como uno de los mejores entrenadores del mundo. Esto es lo que le ocurrió a Tata Martino, un excelente entrenador, en el Barcelona. Fue difícil para él porque tenía un control limitado. A Sir Alex Ferguson le costó años hacerse con el control y, gracias a su éxito, pudo tomar decisiones impopulares y salirse con la suya.
En el caso de Jose Mourinho, se le considera uno de los mejores y, sin embargo, su equipo está teniendo dificultades y ya ha perdido varias veces esta temporada. Un entrenador que pierde continuamente también puede perder su trabajo, pero Mourinho se ha construido una gran reputación. Los aficionados del Chelsea le adoran por lo que ha conseguido. Le apoyan en los duros momentos por los que están pasando todos y su reto es superarlo porque esta paciencia no va a durar eternamente. No sobrevivirá si descienden a segunda o incluso si se acercan a la zona de descenso.
Como Mourinho recordó a la gente hace poco esta es su primera mala racha en 11 años. Es un logro excelente pero tiene que hacer algo para recuperar la buena forma que tenía el Chelsea antes y los cambios provocan el enfado de algunos jugadores, y de sus agentes. Si algunos de ellos son jugadores importantes, con poder en el club, con acceso al dueño, entonces puedes tener un problema.
Conozco a muchos jugadores que se han convertido en entrenadores y en seguida se han dado cuenta de lo difícil que es. Quizá se arrepienten de no haber sido más comprensivos con algunos de sus antiguos entrenadores pero a veces las quejas de los jugadores son genuinas.
Sé de un entrenador que evito que un jugador se fuera a un club más grande porque decía que lo necesitaba y luego no lo hizo jugar. Por supuesto que la víctima iba a estar enfadada pues fue una mala gestión.
Y mientras que los entrenadores tienen a sus fieles jugadores, a los que se llevan de club en club, que se les convoque a pesar de jugar mal puede causar resentimiento. Pues hay una regla para uno y otra para los demás.
Nunca he estado en un vestuario en el que todos los jugadores hayan perdido la confianza en el entrenador y he tenido la suerte de jugar para buenos clubs pero he visto el sufrimiento de algunos entrenadores y me ha sabido mal por ellos. He querido ayudarles a superar los momentos duros. O el dueño no ha apoyado al entrenador, esta es otra relación clave en un club de fútbol. El dueño consulta a jugadores clave con experiencia pero debería consultar a su entrenador primero porque, en teoría, el entrenador debería ser la persona más importante de un club y lo cierto es que esto no es siempre así.