Mi buen amigo Luis Suárez tuvo suerte de permanecer en el terreno de juego el martes pasado cuando el Barcelona volvió a remontar para ganar al Atlético de Madrid en el Camp Nou. Mi ex compañero internacional también demostró lo bueno que es con dos goles más que dieron la victoria a su equipo. Ya lleva 45 goles marcados para el Barcelona esta temporada y está jugando el mejor fútbol de su vida.
English version: Diego Forlan – Despite the decisions in Barcelona, referees deserve more respect and leniency
Probablemente no fue expulsado porque el colegiado no vio su incidente con Juanfran. Los jugadores de mi antiguo club, el Atlético, se sintieron muy molestos porqué Luis no fue expulsado y Fernando Torres sí. De todos modos, Torres se merecía la expulsión. Marcó un magnífico gol tras un pase de mi antiguo compañero de equipo Koke y es bueno ver que Torres todavía tiene peso en grandes partidos como este pero era evidente que jugaba ansioso y que se apresuró a correr riesgos. Quizás Torre pensó que se saldría más con la suya con un árbitro alemán más tolerante –el estilo de arbitraje varía según los países.
Cuando yo jugaba partidos europeos para los clubs españoles e italianos, sabíamos que si nos tocaba un árbitro británico o del norte de Europa éste dejaría que el partido fluyera más. Estaban acostumbrados a arbitrar partidos más físicos en un ambiente en el que los aficionados no quieren que se pare el juego. Los árbitros españoles o italianos paraban el juego muchas más veces.
Lo que hizo o dejó de hacer el árbitro en el Camp Nou acaparó los titulares y, si el Madrid no hubiera ganado en Barcelona el sábado, se habrían escrito muchos más titulares.
Gareth Bale marcó un gol perfectamente legal que fue anulado, pero no soy de los que culpan a los árbitros. Es inevitable que cometan errores y no vean algunos incidentes. No me creo la teoría de que favorezcan a los clubs más grandes o de que se dejen influenciar por el público. Muchos lo creen así, yo no.
Prefiero meterme en el juego pensando que los árbitros son imparciales. ¿Idealista? Quizás, pero los árbitros que conozco son muy profesionales. Algunos son mejores que otros; tienen diferentes estilos y niveles de tolerancia. Algunos hablan demasiado, otros apenas abren la boca. Lo mismo pasa con los futbolistas.
Respeto a los árbitros. Es un trabajo duro, especialmente con la cantidad de cámaras y críticos, con las repeticiones a cámara lenta que pueden mostrar claramente cualquier error. No es muy justo que se les examine de este modo porque los humanos metemos la pata pero ¿cuál es la alternativa? ¿Detener el encuentro cada dos minutos y romper el flujo de los partidos?
El nivel del arbitraje ha mejorado progresivamente al igual que ha ocurrido con los campos y los balones, y los niveles de condición física han cambiado.
Lo mejor para los árbitros es no aparecer en los titulares puesto que esto normalmente indica que han cometido errores. Los árbitros no deberían ser personalidades y, a pesar de haber pasado gran parte de mi vida cerca de ellos en el terreno de juego, apenas conozco a ninguno.
Ni siquiera en el campo hablo mucho con ellos pero espero que actúen justamente. Claro que empiezas a familiarizarte con los árbitros que has visto más. Hay árbitros argentinos que se acuerdan de mí cuando jugaba allí y me alegra verles, pues me recuerda tiempos pasados cuando uno era joven y tenía grandes sueños.
Hace poco me topé con un grupo de colegiados brasileños en un aeropuerto de Lima, Perú. Habían arbitrado el encuentro de la Copa Libertadores del Peñarol ante el Sporting Cristal la noche anterior y volvían a Brasil. Los otros pasajeros no los reconocieron como reconocerían a un futbolista pero yo sí. Los vi porque tuve que marcharme antes que mi equipo pues estaba a punto de nacer mi primer hijo. Tuve una agradable charla con ellos – y ¿por qué no?
He jugado bajo las órdenes de entrenadores que pueden haber tenido una opinión ligeramente diferente acerca de los árbitros en un ambiente crispado. Sir Alex Ferguson solía esperarlos en el túnel de Anfield en el descanso, donde les expresaba su opinión. Por ser quien era y por su fuerte personalidad, podía intimidar a algún árbitro – aunque los jugadores del Liverpool tampoco se cortaban en decir lo que pensaban.
Otros entrenadores solían recalcar antes de los partidos: “Ya sabéis cómo es este árbitro, os lo va a poner difícil”. O algo más fuerte: “Ya sabéis que este árbitro nos tiene manía”. Estas palabras pueden servir para motivar pero también de advertencia a los jugadores de que algunos árbitros sacan más tarjetas que otros. Es justo pero el entrenador o el jugador que siempre se queja de los árbitros es el que está tapando sus propios errores.
Un entrenador puede pensar que un árbitro le tiene manía a él personalmente a raíz de una disputa anterior pero yo realmente no creo que los árbitros de las mejores ligas sean corruptos. Y si esto existe lo desconozco.
Me he enfadado con algunos árbitros en caliente porque he creído que habían tomado la decisión equivocada. Y en realidad he sido yo el que estaba equivocado y ellos los que tenían razón.
También he sonreído cuando algún árbitro me ha dicho durante un partido: ¿cuándo piensas empezar a jugar hoy?” o también “¿no puedes hablar con los defensas para que dejen de cometer falta contra ti?” – delante de los defensas en cuestión. Esto se dice para relajar los ánimos.
No es que el árbitro pudiera haber dicho mucho el martes para calmar los ánimos en el Camp Nou.
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